El otro día hablaba con alguien
del sector editorial sobre una posible traducción de los libros que hemos
escrito desde Saltamontes y concluimos que si había un mercado en el que no
tendrían cabida era el escandinavo. Allí no hay que explicarles la importancia
de estar en contacto con la naturaleza. Es un tema, en fin, del que no se
habla, porque no hace falta. Al sur
de Jutlandia la cosa cambia. Necesitamos exponer vivamente lo que nos aporta la
naturaleza. En los últimos tiempos aparecen en las redes muchas referencias a
los beneficios de permanecer en ella: darse baños de bosque, jugar al aire
libre, reverdecer los patios, practicar el bushcraft,
etc. Está más que demostrado que la naturaleza es beneficiosa para la salud
física y mental, para el bienestar y para un adecuado desarrollo de los niños,
entre otras muchas cosas. Y en estas contribuciones se citan trabajos
científicos que lo refrendan, se ofrecen recetas y recomendaciones, se insta a
salir al medio natural con memes inspiradores, ocurrentes infografías, etc. Las
empresas especializadas nos venden ropa, equipamiento, paisajes y experiencias.
Hay quien incluso cifra en horas al día el tiempo de estancia mínimo para que
todo ello tenga sentido. Del mismo modo, salen libros, artículos, entrevistas,
videos, documentales… una abundancia de recursos cuya lectura o visionado,
paradójicamente, nos roban el tiempo para hacer lo que nos piden: salir ahí
fuera. Recuerdo con especial asombro un video de una escuela en la naturaleza
en los EEUU, que fue visto por ¡1,9 millones de internautas! Que aparezcan
nuestras escuelas en la prensa generalista es sin duda un paso importante para
su difusión. ¿A quién no le halaga que salga su proyecto, su nombre o sus ideas
en tantos sitios? Pero cabe preguntarse si todo esto es lo que deseamos que
suceda. En el fondo, el mejor signo de normalización, de aceptación por parte
de la sociedad, sería que no se nos viera en la prensa o en internet. Tras esta
explosión mediática, sin duda imprescindible y muy de agradecer hacia quienes
la hacen posible, deberíamos aspirar con el tiempo a “desaparecer”. Queda aún
mucho por recorrer, para estar en igualdad de condiciones con el resto de las
escuelas. Debemos hacer entender que no somos “competencia desleal”, porque las
escuelas en la naturaleza serias, nos autoimponemos requisitos que van mucho
más allá de lo que pide la normativa, pagamos impuestos como cualquier otra
iniciativa de emprendimiento (educativa o de la índole que sea), ofrecemos a
nuestros trabajadores condiciones iguales o mejores que en las escuelas
reconocidas y, sin embargo, no recibimos ningún tipo de apoyo institucional ni
administrativo. El día que todo esto se entienda, que se conozca el rigor y la
seriedad con la que trabajamos, será el día en que podamos desaparecer del
radar. Pero no por ir por debajo de él, sino por ser ya “parte del paisaje”. Mientras
tanto, ahí debemos seguir, exponiendo nuestra realidad ¡ante luz y taquígrafos!
Y con todo nuestro agradecimiento a los medios y a sus lectores, por la
atención prestada.